Friends and enemies: analysis of the NAZI speech
* Adrián Lozano
Para comienzos de la decada del 30, Alemania sufría todavía los efectos de la derrota de la
primera guerra mundial. En 1932, el
presidente Hindenburg, nombró Canciller a Adolf Hitler con la intención de que
este le proporcionara el respaldo popular que no tenía y que tanto necesitaba.
En poco tiempo todo cambió, los NAZIS derrocaron el Parlamento, destruyeron el
sistema judicial, sembraron el miedo en la región, crearon la Gestapo y los
campos de concentración. Alemania estaba
en crisis y Hitler supo descifrar las demandas que existían en la sociedad y
transformarlas en operaciones de Estado a través del discurso político que lo
tenía como casi único enunciador.
Como líder del partido Nacional Socialista
alemán determinaba como se debía pensar
y lo hacía a través del convencimiento y
la sumisión lograda sobre todo a través del miedo y la publicidad. Su discurso
político estaba asociado a las condiciones sociales por las que atravesaba el
pueblo alemán. Los soportes eran la
prensa escrita y oral, el cine, las imágenes y sus discursos. Para desarrollar su campo discursivo en el
terreno político tuvo que generar la relación con los enemigos de Alemania.
Construyó adversarios paras quienes también estaba dirigido su discurso.
El acto de enunciación se desarrolla a partir
de la construcción de su imagen al hablar. En ese acto y en todas las
propagandas realizadas, deja en manifiesto que existen los opuestos, los que
enfrentan al régimen, como los judíos o los comunistas. También aparecen los
otros positivos, que son a quienes está dirigido directamente el discurso y con
los que tiene una supuesta afinidad ideológica, el alemán de raza area.
El semiólogo y sociólogo argentino, Eliseo
Verón llama creencia presupuesta a la relación establecida entre el político y
el destinatario positivo. El discurso en este caso está dirigido a aquellos
alemanes que comparten los mismos valores y que encuentran en este líder las
posibles soluciones a sus problemas sociales, los prodestinatarios. “Al construir su destinatario positivo y su
destinatario negativo, el enunciador político entra en relación con ambos. El
lazo con el primero reposa en lo que podemos llamar la creencia presupuesta. El
destinatario positivo es esa posición que corresponde a un receptor que
participa de las mismas ideas, que adhiere a los mismos valores y persigue los
mismos objetivos que el enunciador: el destinatario positivo es antes que nada
el partidario. La relación entre el
enunciador y el prodestinatario cobra, en el discurso político, la forma
característica de una entidad que Verón denomina como colectivo de identificación.
(Veron.985:p.4)
El destinatario negativo es llamado contradestinatario, y en ellos recaen todos los males y a quienes se debe
aniquilar para la constitución de la Alemania Nazi. Los paradestinatarios son para este caso los indecisos, que en este contexto casi no existían y a través del colectivo de identificación se podría
determinar por ejemplo que la justicia debía actuar con celeridad ante los ataques y las
críticas al régimen.
Hitler no necesitó hacer una revolución para
tomar el poder y someter a los ciudadanos. Fue generando el consenso popular
para que sus medidas sean aprobadas jurídica y socialmente. A través de la
propaganda direccionada a la amenaza comunista, generaba decretos de protección
al pueblo alemán restringiendo la libertad de expresión, prohibiendo las
reuniones y las manifestaciones, mientras tanto se inyectaba el odio racial y
el miedo que atentaban contra la prosperidad de los alemanes “auténticos”.
Los hechos propagandísticos le permitieron la
ejecución de innumerables decretos y leyes que fueron aceptados con agrado por
el pueblo alemán. Algunos de ellos eran sobre “rumores maliciosos”, “ataques
malévolos”, “sobre toda desacreditación al Gobierno Nacional”, “creación de
tribunales especiales” etc.
Mientras todos estos decretos daban libertad
de acción y represión, el pueblo alemán fue uniéndose cada vez más al partido
NAZI. Los Plebiscitos que se llevaban a cabo daban números muy favorable a
Hitler y los grupos de comunistas eran despreciados en la sociedad, entonces
pudieron ser juzgados a muerte en esta cruzada. Mientras que todos los logros
económicos eran amplificados por los medios de comunicación.
Con respecto a la persecución desatada a los
judíos se actuó de manera similar. Es decir se anteponía una campaña
publicitaria antisemita y luego con el apoyo de las masas se decretaban leyes
tales como la “depurar de judíos y otros elementos indeseables a los cuerpos de
funcionarios civiles del Estado” o la del “Comité de boicot” para empresas, productos,
médicos y abogados judíos.
Para
el caso del régimen del Partido Nacional Socialista, los componentes del
enunciado del discurso descriptivo hacían
hincapié en un pasado en donde Alemania había sido sometida por fuerzas
extranjeras y sobre un presente que buscaba fortalecer la fidelidad al régimen
y el odio hacia los judíos. El
componente didáctico daba como verdad universal la raza aria era superior al resto. El componente
prescriptivo estaba en el deber ser, en la idea del anticomunismo,
anticapitalismo y antisemitismo. El componente de enunciado programático recae
sobre la promesa de una Alemania sólida y limpia de todo agente externo que
implante el miedo.
En sus discursos Hitler utilizaba fórmulas de
autonomía semántica positiva como "¡Alemania es libre!"
"La victoria será nuestra" y otras negativas como
"El judío, el instigador de la guerra,
el prolongador de la guerra". También formas nominales explicativas como “los comunistas” o “los extremistas”.
el prolongador de la guerra". También formas nominales explicativas como “los comunistas” o “los extremistas”.
Toda la
estrategia de Hitler en la Alemania Nazi se construyó a través de la
propaganda
Abordando este tipo de análisis se pueden
encontrar elementos que pueden activarse en una sociedad con la aparición
de determinados discursos que son impulsados masivamente a través del miedo y
el odio injustificado. El racismo, la xenofobia, el sexismo, etc. son en muchos
casos males que atraviesan a las sociedades con diferentes fuerzas. Sus
orígenes se podrían encontrar, en algunos casos, en la imposición de una
ideología dominante atravesada por intereses económicos o simplemente por la construcción
de contextos de intolerancia social generada a través de diferentes discursos y
que descartan lo distinto, las minorías o cualquier tipo de expresión ajena a
lo estigmatizado como socialmente correcto.